En el marco del 125 aniversario del título de Ciudad de Torrelavega, es importante analizar el desarrollo de la prensa localista, la irrupción de la radio local a partir de 1954; la llegada de SER-Torrelavega (1985) y otras emisoras, además de la televisión local (1991). Un estudio que abarca desde la llegada de la primera imprenta en 1873, la edición del primer libro, la aparición de nuevas imprentas que posibilitaron que en el último tercio del siglo XIX —en el que se otorga el Título de Ciudad— se editaran en la Villa y Ciudad quince publicaciones, entre las que destacaron cabeceras como El Impulsor, El Cántabro, El Escajo, El Dobra, La Montaña, El Fomento y El Liberal Montañés entre las más importantes.
Un tiempo —al menos hasta 1885 que se aprobó la Ley de Prensa de Sagasta— de enormes dificultades donde las publicaciones realizaban su función amenazadas en todo momento por decisiones arbitrarias en forma de suspensiones, secuestros y sanciones de autoridades como el Gobernador Civil o el Alcalde de Torrelavega que afectaban tanto a la imprenta donde se editaban o a las propias publicaciones. De estos primeros años hay que destacar que El Impulsor, dirigido por el boticario Juan Francisco López Sánchez, fue suspendido en 1877 durante un año.
En el siglo XX se editaron otras publicaciones de importante relevancia como La Producción Montañesa, El Heraldo Montañés, El Adalid, Hidalguía Cántabra, El Besaya o La Juventud, primera publicación impresa en los inicios de la II República. Hasta agosto de 1937 que fueron suspendidas por el nuevo régimen, se editaban El Impulsor y El Liberal Montañés (segunda época).
En 1923 apareció la primera publicación dedicada exclusivamente a los deportes, La Verdad Deportiva, si bien su vida fue corta.
Ya en la época franquista se registra una sola publicación, Dobra (1953-55), que coincide con la puesta en marcha de la primera emisora, Radio Juventud de Torrelavega, a iniciativa del Frente de Juventudes. Una etapa en la que estaba vigente la ley de Prensa de “guerra” de 1938 que permitía la censura previa, ley que fue sustituida por la Ley de Prensa de Fraga de 1966, de espíritu aperturista pero sometida a las directrices del régimen.
Para alentar la democracia y la petición de autonomía, comenzó a editarse en 1976 Cántabro, publicación impulsada por la Sociedad Publicaciones y Estudios Montañeses (PEMSA), creada por Joven Cámara y alrededor de dos centenares de accionistas que promovieron esta cabecera. Esta publicación fue dirigida por una mujer, la primera en ocupar el primer puesto en una redacción local, en concreto, la periodista de Alerta, Carmen Sollet Sañudo.
En esta obra se destacan, finalmente, los nombres de los periodistas o informadores que en el último medio siglo realizaron cometidos informativos en distintos medios, tanto escritos como audiovisuales.
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