Este trabajo consta de varias partes
- La primera parte está dedicada al estudio de los dulces típicos y la preparación de los elementos de ayuda y terminación para los diferentes postres.
- La segunda parte está dedicada a los postres básicos y las tartas especiales.
- La tercera parte la dedicamos a la pastelería salada o maridajes de Cantabria.
- Y la última parte, donde realizamos un paseo por la pastelería en Europa.
PRESENTACIÓN (Por Luis Ruiz Vega)
La pastelería, como todas las ramas de la alimentación, es una profesión de las llamadas «duras», pero tiene que serlo sólo al principio. Si a la segunda Navidad te enfada tener que ir a trabajar, algo no encaja, y «te lo tienes que mirar».
¿Por qué este preámbulo para relatar mi caminar por la pastelería? Pues por pura lógica. A mí también me costó ir a trabajar a finales del año 1950, cuando era muy joven y me incorporé como refuerzo en el obrador de una pastelería de Torrelavega, mi pueblo natal. Pero tuve la suerte de que enseguida me gustó lo que iba aprendiendo, y sobre todo lo variado e interesante que era el oficio de pastelero. Así transcurrieron nueve años de aprendizaje, incluidos mis estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega y en algún sitio más.
Pero todo cambió al volver del servicio militar; mi afición por la pastelería seguía creciendo, así que asistí a un curso de 14 días en Cataluña de «Pastelería Moderna», impartido por varios profesionales del máximo prestigio, los que terminaron por convencerme de que la pastelería era lo mío. Por tanto, en el año 1962 abrí mi primera pastelería en Torrelavega, para con el devenir del tiempo comprar en el año 1975 una de las pastelerías de prestigio de Santander, con las que seguimos intentando hacer algo diferente cada día.
No se ha limitado mi quehacer pastelero al espacio de mis tiendas, sino que mi afición me condujo a León, al Centro Saper, para hacer un cursillo de elaboración de pastas y al tiempo quedarme como profesor de dicha escuela por más de 38 años, dando cursillos en León, en casi toda España y parte de Italia. También he colaborado en diferentes revistas profesionales.
Así que, creyendo que algo me faltaba por hacer, he escrito este pequeño trabajo, con la intención de que pueda aportar algo a la pastelería y sobre todo a sus aprendices, esperando que pueda servirles de ayuda en su profesión.
A CERDA DE LUIS R. VEGA (Por Pedro Arce Díez)
Torrelavega se ha ganado justa fama en el mundo de la pastelería, y el hojaldre es su imagen más reconocida. Varias generaciones de buenos pasteleros han hecho historia en la ciudad del Besaya, y entre los buenos pasteleros y confiteros debemos incluir, por méritos propios, a Luis Vega.
Luis Vega es un torrelaveguense de siempre; su padre fue un conocido personaje de la ciudad, guardia municipal y músico, con un original y llamativo bigote, que se ganó el aprecio de todos.
Su hijo no obtuvo una dilatada formación académica, pues muy pronto se puso a trabajar, y quedó prendado y prendido del mundo de la pastelería, en cuya universidad de la vida obtuvo un sobresaliente cum laude. Aprendió junto a los mejores pasteleros torrelaveguenses de mediados del siglo pasado y también estudió en la Escuela de Pastelería de León.
Montó su propio negocio en la ciudad que le vio nacer, y dio el salto a Santander con la adquisición de la más antigua pastelería de la capital, a la que puso su marca comercial.
Luis Vega es un maestro pastelero y confitero de gran fama y prestigio en toda España, pues ha contribuido a formar a mucha gente en todo el territorio nacional, y aún sigue cultivando su afición, que no ha sido otra que el mundo de la pastelería, endulzando la vida de los demás.
Formó una familia con su esposa Isabel, con quien tiene dos hijos, y ya se siente realizado con la llegada de la tercera generación, alcanzando una edad desde donde se mira la vida con otra perspectiva y se disfruta con los nietos lo que quizás no se pudo con los hijos, enfrascado entonces en el trabajo del obrador.
Luis es amigo de sus amigos. Su bonhomía y generosidad le ha llevado a contar a todos lo que él sabe de este oficio, al menos de modo resumido y esquemático, en un lenguaje tan sencillo y claro —como él mismo es—, que le entenderán los profesionales y las amas de casa, y todos se lo agradecerán cuando se pongan manos a la masa.
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