Este libro indaga en la obra artística y biográfica de un nutrido grupo de virtuosos artistas gráficos —la mayoría cántabros, incluyendo, además, un puñado de afamados autores foráneos— que vivieron su momento de mayor apogeo creativo a finales del siglo XIX y principios del XX. Su inteligencia visual plasmó en una amplia colección de dibujos e ilustraciones el alma cántabra. Unas creaciones fundamentadas en la inspiración que irradia Cantabria, a través de las estampas de su folklore, de su arquitectura, de los bellos paisajes de sus valles, de los apartados rincones de su abrupta costa o la vitalidad de los puertos de su litoral. Habitualmente cristalizadas en periódicos, revistas, libros y carteles, y que han dado visibilidad y difusión a Cantabria. Igualmente, la edición relaciona todo este itinerario artístico con el contexto social, político y económico de cada época.
El escritor José Mª de Pereda, máximo representante del costumbrismo literario en Cantabria de finales del siglo XIX, acompañó algunas de sus obras con ilustraciones. Aquello supuso el germen del llamado costumbrismo iconográfico montañés. Destacando la obra de prestigiosos ilustradores, como Apeles Mestres o Mariano Pedrero. Sin obviar los dibujos de Isidro Gil. Ligados a esta corriente literaria estaba un grupo de dibujantes como Ramiro de Santa Cruz, Fernando Pérez del Camino y Victoriano Polanco.
El impulso que alcanzó la prensa ilustrada, durante las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX, las convirtieron en una boyante industria que empleaba a numerosos dibujantes y caricaturistas. La caricatura se convirtió en un oficio y un arte muy apreciado. Caricaturistas y dibujantes cántabros, pioneros en los albores del siglo XX, fueron Julio Cortiguera y «Areuger».
A partir del siglo XX, tras la renovación estética de la caricatura, que llevó a los dibujantes a adoptar las vanguardias europeas, ésta alcanzó gran arraigo en España. Como consecuencia en Cantabria salieron un grupo de ingeniosos dibujantes, encabezados por Alfredo Felices, Leopoldo Huidobro, Laureano Miranda y Arturo Pacheco. A la vez otros dibujantes y pintores cántabros se vieron obligados a emigrar para ampliar su formación. Este fue el camino de Ricardo Bernardo, Tomás Gutiérrez Larraya o César Abín. El libro también incluye referencias a la carrera artística de Juan J. Cobo Barquera. Durante la segunda década del siglo XX aparecieron un grupo de dibujantes cántabros con una prolífica obra publicada. Destacaron Francisco Rivero Gil, Ángel López Padilla y José Simón Cabarga.
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