Índice
06 – Leonardo Torres Quevedo
27 – La Berrea en Cantabria
40 – Pioneros de la Aviación: Juan Pombo Ibarra
55 – La División Azul
64 – Vuelven las cepas a Suances
68 – La magosta, una tradición muy viva en Cantabria…
75 – Tomás Castaño
82 – La pesca de la sardina
88 – La huella de Lorca en el Santander Republicano
96 – Libros
Editorial | «El más prodigioso inventor de su tiempo»
En 1956, John McCarthy acuñó la expresión «inteligencia artificial», definiéndola como «la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes», un concepto que nuestro ilustre ingeniero, Leonardo Torres Quevedo, ya había puesto en práctica con la presentación en 1913 de su primer Ajedrecista, «considerado como la primera manifestación de inteligencia universal en la historia». Sin embargo, nuestro paisano no pasará a la historia como el artífice de sólo un invento. En 1916 se inaugura en las cataratas del Niágara uno de sus proyectos más populares, el Spanish Aerocar, un «clon ampliado» del primer transbordador apto para el transporte público de personas construido en 1907 en el monte Ulía. Pero no podemos olvidar otros inventos suyos como el Telekino, o sus exitosos e inmortales dirigibles, que jugarían un papel muy importante en el ejército francés e inglés en la Primera Guerra Mundial. El reconocimiento internacional hacia nuestro insigne personaje queda reflejado en 1930, cuando Maurice d’Ocagne (presidente de la Sociedad Matemática Francesa) le definió como «el más prodigioso inventor de su tiempo», algo que trataremos de justificar en un monográfico especial realizado por Francisco A. González Redondo, una de las personas que más sabe de Leonardo Torres Quevedo.
Otro merecido reconocimiento es un ilustre pionero de la aviación: Juan Pombo Ibarra, nacido en Santander en 1881. Su trayectoria viene marcada por una serie de hitos que le dieron renombre en aquel incipiente mundo de la aeronáutica. En 1913 realizó el primer vuelo Santander-Madrid, y en 1914 consiguió el récord de España de altura en vuelo con pasajero al alcanzar los 3.000 metros de altura. Fue, además, patriarca de una saga de audaces aviadores, entre los que destaca su hijo Juan Ignacio, quien realizara el primer vuelo entre Santander y México en 1935.
Igualmente interesantes son los artículos dedicados a la magosta y la berrea, clásicos en los otoños cántabros, y una recreación sobre la tradicional pesca de la sardina, además de un minucioso estudio sobre la participación cántabra en la División Azul.
Completamos la revista con dos interesantes entrevistas: una al pintor santanderino Tomás Castaño, y otra a los promotores del regreso de las cepas a Suances, Pablo Oria y José Gómez Eguren. Además, en nuestras últimas páginas, nuestro apreciado lector se encontrará con un artículo dedicado al siempre eterno Federico García Lorca y su huella en el Santander Republicano.
Para terminar, decir que con este número acercamos Los Cántabros a los nuevos entornos digitales, añadiendo contenidos de audio y vídeo en algunos artículos de la revista, que facilitarán un mayor acercamiento a los temas tratados.
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